Wednesday, March 20, 2013

¿Mantequilla o... margarina? Blues virtual y "desenchufes"

Buscando precisión en las fechas y los datos para un podcast, me he topado con esta crónica del periódico "Blues Express", fechada en septiembre de 1997, titulada "Keb' Mo' y el blues virtual". Aunque nunca nos gustó editorializar, digamos, formalmente (el único editorial como tal, aparecido en toda la trayectoria de Sólo Blues, se publicó en el nº1, verano de 1985, bajo el título de"Walkin'", y ahí dejamos la cosa en cuanto a declaraciones programáticas y manifiestos), sí es cierto que a veces aprovechamos cualquier ocasión para soltar el mitin a título individual e intrasferible. Ésta fue una de esas veces, con ocasión de la presentación en Madrid de Keb' Mo', el 22 julio de 1997 en el Cuartel de Conde Duque. Eran los años en que "la flatulenta voz del Gran Hermano" (la voz del márketing en los medios generalistas) parecía congraciarse en promocionar un estilo muy determinado de blues (e ignorar olímpicamente todo lo demás, claro), por una razón muy concreta también: el éxito millonario del "unplugged" de Eric Clapton, de las reediciones de Robert Johnson y, previamente, de artistas como Bonnie Raitt y hasta Tracey Chapman. Asunto doblemente flagrante si pensamos que en aquellos años, se encontraban perfectamente en activo (eso sí, desconocidos para el gran público) artistas como John Jackson, Larry Johnson o John Cephas.

Insisto que en ningún momento pretendemos cuestionar el gran nivel musical de ningún artista. No. Lo que nos parece de justicia es puntualizar la distorsión que ha producido y sigue produciendo en el público la visión, siempre sesgada y comercialmente interesada, por parte de los medios generalistas, de lo que debemos identificar como "el Blues". Una distorsión, insistimos, que ha tenido unas consecuencias muy claras: han pasado casi 50 años del "Blues boom" de los 60, pero para una inmensa mayoría del público, el Blues continúa siendo estrictamente eso: Eric Clapton, Gary Moore y Joe Bonamassa.

Me sorpendió releer esta crónica y comprobar hasta qué punto firmaría ahora mismo, más de 15 años después, todas y cada una de las puntualizaciones que ahí se hacen. Qué poquito ha cambiado la cosa...


Keb' Mo' y el blues virtual

Madrid, Johnny Walker Music Festival, 22 de Julio de 1997

         Distinguir la mantequilla de la margarina -que diría Roosevelt Sykes- constituye un gratificante desafío en estos globalizadores y enredados tiempos que nos han tocado en suerte. El péndulo descerebrado pero implacable del marketing, al amparo de los éxitos cosechados por Eric Clapton, Bonnie Raitt y otras Tracey Chapmans, lleva ya algún tiempo rentabilizando autenticidades y desenchufes de la más variada especie. No hay nada malo en ello, siempre y cuando, claro está, uno se procure diferentes referencias e ignore la flatulenta voz del Gran Hermano, aprendiendo a construirse un criterio propio basado en la experiencia y en el instinto. Un criterio propio o, lo que es lo mismo, herramientas de búsqueda. Como en la Red de redes, quien no aprenda a buscar, está condenado a perderse o, en el mejor de los casos, al aburrimiento.

La nueva hornada de afro-americanos acústicos que toma ahora carta de naturaleza en el mercado popular, debería arrebatar el papel de enlace o catalizador que, durante demasiado tiempo ya, vienen desempeñando los guitarristas blancos. Es lo justo. Lo que ya no lo es tanto es pretender adjudicarles el Santo Grial cuando todavía están velando las armas. Aún a pesar de su impecable disfraz de Robert Johnson, Keb' Mo' resulta ser uno de los más versátiles y creativos entre los jóvenes acústicos. No se mueve por el escenario como por el salón de su casa, pero tampoco le va a costar mucho tiempo llegar a hacerlo, porque es un tipo natural. Como en su día Taj Mahal (con quien, por cierto, comparte productor discográfico), Keb' Mo' sabe que el blues es "fusión" ya desde sus mismos orígenes, y aunque el Delta y el slide son importantes, no hay que hacerle ascos al órgano ni a la guitarra eléctrica, al reggae, al zydeco, al gospel ni a otros sonidos mucho más, digamos, radiofónicos (no tan radiofónicos como los de Robert Cray, por suerte). Sin embargo, ni las 150.000 copias vendidas de su primer disco, ni el Grammy del segundo ni, mucho menos aún, el beneplácito del Jackson Brownie de turno, deberían distorsionar nuestra perspectiva de las cosas. Las caras jóvenes interesan a la industria por razones promocionales obvias, pero en estos tiempos el mejor vino raramente se aloja en odres nuevos.
         Por cierto, el barniz de lo auténtico para el público blanco, a base de guitarras acústicas, no es un invento reciente ni mucho menos. Big Bill Broonzy fue el primer unplugged, hace ya la friolera de 45 años. Y Muddy Waters ("Folk Singer"), el segundo.

-Javier Rodríguez (Blues Express nº 6, sep. 1997)

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